El progreso que nos enferma: ¿Es hora de pedir explicaciones?

Durante siglos, el progreso tecnológico ha sido exaltado como nuestra máxima conquista, la prometida panacea de un futuro brillante. Antenas, satélites, redes ultrarrápidas…

Todos estos avances se nos vendieron como el camino a un bienestar eterno. Sin embargo, a medida que la tecnología avanza, ¿estamos pagando un precio más alto de lo que imaginábamos? ¿Una factura biológica que jamás nos dijeron que existiría? El patrón es inquietante: cada gran salto tecnológico parece estar asociado con una pandemia.

La Gripe Española (1918-1919): el nacimiento de la radio y 50 millones de muertos. La Primera Guerra Mundial llegaba a su fin, el mundo estaba devastado y, en medio de la miseria, una pandemia mató a más gente que la propia guerra. Y, justo en esos años, el mundo se cubría con ondas de radio, el primer gran avance en las telecomunicaciones. ¿Coincidencia?

La Gripe Asiática (1957-1958): la expansión de la televisión y un millón de muertos. En plena masificación de la televisión, la gripe asiática arrasó el mundo. Las ondas de radiofrecuencia eran, ahora, omnipresentes. ¿Otra casualidad?

La Gripe de Hong Kong (1968-1969): la era de los satélites y otro millón de muertos. La comunicación global, hecha realidad por los satélites, desencadenó otro brote viral. La propagación fue tan rápida que se convirtió en un misterio aún sin resolver. ¿Cómo? ¿Por qué?

La Gripe Porcina (2009): la expansión de las redes 4G y millones de infectados. Justo cuando las redes 4G comenzaban a expandirse por el mundo, el virus de la gripe porcina se diseminó de forma acelerada. ¿Qué papel jugó la radiación electromagnética en esto?

Y llegamos al 2020. El COVID-19 arrasa el mundo: más de 7 millones de muertos. La versión oficial dice que fue un salto zoonótico. Pero, ¿y las preguntas incómodas? ¿Por qué las zonas con más antenas 5G fueron las más afectadas? ¿Por qué el virus ya estaba en varios países antes de que China declarara la emergencia? ¿Cómo la radiación electromagnética influyó en nuestra respuesta inmune?

¿Qué son los virus realmente? Nos dicen que son enemigos externos, pero Rudolf Steiner, el creador de la antroposofía, propuso que podrían ser excreciones biológicas de nuestras propias células como respuesta a un ambiente tóxico. ¿Y si los virus no son agentes invasores, sino el mecanismo de limpieza de nuestro cuerpo?

Si esto es cierto, cada nueva oleada tecnológica, cada salto en radiación electromagnética, podría estar provocando una reacción biológica en cadena dentro de nosotros. ¿Qué significan las vacunas en este contexto? ¿Son realmente una solución o simplemente un parche para tratar el síntoma mientras ignoramos la causa real?

Y entonces llega el siguiente gran avance: la Inteligencia Artificial Cuántica y la Red 6G. China y EE. UU. compiten por la supremacía de la tecnología, que podría multiplicar por 100 la velocidad del 5G. Se espera que esta red se despliegue masivamente en 2028. ¿Realmente necesitamos todo esto?

En 2011, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer clasificó las radiaciones de radiofrecuencia como posibles cancerígenas (Grupo 2B). Desde entonces, los casos de tumores cerebrales han aumentado drásticamente, especialmente entre los jóvenes. Y si las generaciones más recientes, rodeadas de dispositivos móviles, ya muestran estas consecuencias, ¿qué nos espera con el 6G? ¿Estamos condenados a un futuro de enfermedades por un progreso que nunca cuestionamos?

Lo peor es el silencio. Los científicos que se atreven a cuestionar esta narrativa han sido silenciados y ridiculizados. Thomas Cowan y Dietrich Klinghardt han sugerido que los virus podrían ser excreciones biológicas en respuesta a la radiación electromagnética. Como ya dijo Steiner, nuestro cuerpo podría estar tratando de desintoxicarse de un entorno cada vez más insalubre. Pero, en lugar de debatir, estos científicos son acallados.

Y ahora nos encontramos ante un nuevo horizonte: la inteligencia artificial cuántica. Un avance que nos prometen como la solución definitiva a todos nuestros problemas. Pero, ¿a qué precio? Más ondas electromagnéticas, más radiación, más tecnología. ¿Realmente necesitamos seguir adelante con este progreso?

El progreso no debería ser una carrera hacia el abismo. Es hora de abrir los ojos. La verdadera pregunta no es si habrá otra pandemia, sino cuándo. Cada salto tecnológico ha dejado un rastro de enfermedades, de incertidumbre, de preguntas sin respuesta. Y, si seguimos ignorando las señales, el próximo salto podría ser el último.

Es hora de pedir explicaciones. No podemos seguir avanzando sin saber a dónde vamos. Despertamos. Cada vez más personas se hacen preguntas. El cambio está en nuestras manos, y es urgente que tomemos el control. No se trata de detener el progreso, sino de asegurarnos de que no nos destruyamos en el proceso.

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