Disfraces políticos que aparentan lo que no son

Pocas frases se han escrito tan derrotistas para nuestros tiempos y para la política en general como la que materializó el escritor y filósofo francés Edmond Thiaudière en los albores del siglo XX., “La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular”. Poco conocido es este personaje de la historia gala, a pesar de ser precursor de algunas de las instituciones internacionales que hoy son y forman parte de nuestro cotidiano devenir. Curiosamente animalista y pacifista instó, en el Congreso de las Sociedades de Paz de 1878, a la reunión anual de los miembros de los distintos parlamentos de Europa, algo que muchos consideran antecedente de la Sociedad de Naciones. Con este perfil de intelectualidad y de experiencia en la política de la época, su frase resunta de una contundencia extrema leída en pleno siglo XXI bajo el conocimiento de las circunstancias que, al menos en España, rodean los acontecimientos de índole político.

Nunca he dejado de repetir aquello de que la política hoy en día consiste más en parecer que en ser. Me baso en el análisis de las intenciones primarias con las que se presentan las leyes, su contenido y su fracaso continuo. En nuestro último corto pero intenso periodo democrático no ha habido ningún Gobierno en nuestro país que abanderase con mayor vehemencia cuestiones como la erradicación de la violencia a las mujeres, los derechos de colectivos como el LGTBI o el de los inmigrantes, o la necesidad de llevar a cabo el estrechamiento de lazos internacionales por interés nacional.

Todas estas iniciativas, vendidas a bombo y platillo, y muy relacionadas desde la izquierda con la cultura “woke”, fueron acompañadas por multitud de iniciativas legislativas, de creación de instituciones y, en definitiva, de unas inversiones colosales. Los resultados, a la luz de los datos de los que disponemos ofrecen un panorama poco favorecedor, más allá de que muchas de estas ideas se hayan convertido en consignas sociales de la izquierda que hacen de estos temas asuntos intocables, incuestionables y no debatibles bajo condena social de ser llamado facha.

Pues bien, las muertes de mujeres a manos de hombres poco han descendido y en ocasiones han llegado a subir, los delitos sexuales cada vez son más y más depravados, las agresiones al colectivo LGTBI no dejan de elevarse y la inmigración se ha convertido en un serio problema que afecta a la seguridad y a la propiedad, con leyes tan absurdas como la que favorece su ocupación de viviendas ajenas. Y, si hablamos de las relaciones internacionales, el actual Gobierno no ha dejado de fomentar el frentismo de unos contra otros y de defender gobiernos poco democráticos a la vez que ahora critica a los que sí son elegidos por mayoría porque no son de su pensamiento político e ideológico.

Es el momento, posiblemente, de enfrentarse a la frase de Thiaudière y entender que los políticos que nos han estado gobernando no han hecho sino construir una apariencia que les beneficiase electoralmente, que les facilitara la convergencia de una serie de partidos políticos que disfrazaran de buenismo su belicismo ideológico… y sus intereses particulares. Pero también deberíamos de lamentar la ineficacia de una oposición que en este periodo no ha sabido arrancar de su posición cómoda al Gobierno ni trabajar en ofrecer una serie de alternativas a sus políticas. La raíz del problema puede estar en que parte del electorado de derechas en este país es negacionista de los problemas que ha planteado y abanderado la derecha y este es un mal comienzo. La solución hubiese sido tan sencilla como presentar propuestas alternativas y defenderlas frente a los resultados de las impuestas desde el Gobierno y no limitarse a la callada por respuesta o a la crítica sin opciones reales que contrapongan ambas visiones frente a dichos problemas. En este sentido sí cabe destacar cómo VOX ha podido tirar del carro de Feijóo y los suyos limitando sus movimientos.

Las conclusiones pueden ser las mismas, han sido hasta incapaces de disfrazar el interés general en interés particular, hasta en eso han errado. Una vez más, en este país, y ante el trabajo arduo de los poderes fácticos por profundizar en una incultura política que facilita la adscripción ideológica a través del fanatismo y el fundamentalismo de derechas e izquierdas desprovisto de la más mínima humanidad política, España se enfrenta a quién es el peor o a derrotar al poder actual a través de sus errores, que todo parece indicar que, en gran parte, podrían ser hasta legales o incluso delictivos, frente a una alternativa que se desdibuja en las bondades de la reacción del que trabaja por hacer caer o dejar caer al que gobierna sin preocuparse realmente por constituir una alternativa fuerte basada en propuestas, que es lo que una correcta democracia sí demanda.

Y llegamos al quid de la cuestión en lo que se refiere a este Gobierno y sus cuentas con la Justicia, la de los propios y la de los familiares y allegados. Poco más que decir que no dijera Thiaudière, la instrumentalización partidista del poder para eternizarse en él y para conseguir salvarse de las graves acusaciones que les persiguen. Poco hay en los últimos meses, en materia legislativa, que no haya sido dirigido en este sentido. Hasta la Dana y sus afectados quedaron relegados a las prisas por pedir unas ayudas que eran urgentes y sobre las que el Gobierno ha apurado el tiempo, quizás buscando el absurdo efecto de debilitar aún más al Gobierno regional valenciano. Mientras que en cualquier país del mundo la unión política se hubiese centrado en ayudar y en sacar del abismo al que llevaron entre todos a la ciudadanía, en España nos encontramos con el trágico escenario de la utilización de la catástrofe y la estrategia política en torno a ésta como arma para desarmar y señalar a la oposición política.

En definitiva, podemos sentenciar de antemano, el futuro político de nuestro país en estos momentos depende más de los jueces y de los juicios pendientes, así como de las pruebas que presenten presuntos delincuentes que en el interés general. Mientras, los ciudadanos miramos las noticias en presa, radio y televisión como quién lee el último de los culebrones de moda, con entrega por capítulos. Que ya tenemos montado el circo ya lo sabemos, pero, ¿Para cuándo el pan?

¡Informado al minuto!

¡Síguenos en nuestro canal de Telegram para estar al tanto de todos nuestros contenidos!

https://t.me/MinutoCrucial

Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*