Gestos, fascismo y cultura

Han vuelto a cantar “Fascista”, como si de un bingo se tratara. El afortunado, en esta ocasión, ha sido el CEO de X, Elon Musk. Un gesto realizado en la ceremonia de investidura de Donald Trump le ha valido ser el nuevo merecedor de la medalla acusadora de “fascista” por aquellos nostálgicos de la izquierda más rancia que buscan símiles entre personajes de ahora y de ayer, siendo los de ayer siempre los mismos: Franco o Hitler.

Mussolini podría sentirse orgulloso de que su movimiento se encuentre, más de 100 años después de su fundación, en boca de todos. Hagan memoria: el “fascio” o fascismo fue fundado por Benito Mussolini, quien, antes de fundar su propio partido, militó en el Partido Socialista. El manifiesto del fascismo italiano lo redactó Nicola Bombacci. Átense los cinturones, ya que se trata de uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano. Ohh, ¡sorpresa! Así que, como verán, la palabra fascista dista mucho de representar a eso que ahora se llama “extrema derecha”. Extraño que el nombre de ‘Il Duce’ -El Duque- no aparezca por doquier como el de Hitler. Supongo que serán cosas de la propaganda, lo que demuestra, una vez más, la genialidad de Goebbels. Como ven, eso tan de izquierdas de tachar de fascista a todo aquel de ideología contraria hace aguas, como prácticamente todo lo que declara o denuncia la izquierda. Sigamos.

El movimiento en cuestión, el que hizo Musk -mano al pecho y un enérgico estiramiento de brazo hacia delante con la palma hacia abajo-, se remonta a la época de la antigua Roma, aunque ahora se comenta que dicho saludo no existió jamás, que es una invención cinematográfica. Podemos encontrar algún símil en la Columna Trajana, donde se inmortaliza a unos soldados saludando al emperador Trajano. De ahí lo adoptó Mussolini, como para representar un nuevo esplendor de ese imperio.

Aunque no haya documentación al respecto, podemos remontarnos más allá de Hitler y Mussolini, a la época de la Ilustración -S. XVIII- (para los de la LOGSE, esto significa Siglo 18), donde varios artistas mostraban en sus obras dicho saludo, otorgándole un sentido heroico. El mismo Napoleón Bonaparte encargó un cuadro donde aparecían soldados realizando dicho saludo mientras eran condecorados. Este saludo ha podido verse incluso en los propios Estados Unidos hacia finales de 1800, conocido como ‘saludo Bellamy’ por el nombre de quien lo implantó; se realizaba este gesto en el Juramento de Lealtad. Dicho esto, y dando algún que otro azote de cultura para los mal llamados “culturetas”, vamos a pasar a la parte humana e inclusiva, esa palabra que tanto gusta a progres y globalistas.

Elon Musk padece de Asperger, un trastorno dentro del espectro autista, lo que produce que no manifieste sus emociones de la forma a la que estamos acostumbrados o que socialmente se vuelva impredecible. Sus interacciones sociales y la comunicación no verbal pueden verse comprometidas. Muchos deberían celebrar el logro de este hombre que, con un síndrome tal, ha logrado grandes hitos, no solo con sus empresas, convirtiéndolo en uno de los hombres más reputados de este planeta -y quién sabe si de Marte-. Si no que, además, ha entrado a formar parte del equipo del nuevo presidente de los Estados Unidos. Si esto no es inclusión, ya no sé, aunque, claro, los demócratas han tenido a un demente senil como presidente; ahí sí que se llevan la palma.

Para finalizar, diré que, personalmente, y citando al gran Clark Gable, “me importa un bledo” si Musk o cualquier otra persona hace cualquier gesto asociado a lo “políticamente incorrecto”. Si hay gente y partidos que lucen orgullosos banderas con la hoz y el martillo, camisetas con la imagen del Che Guevara o levantan el puño cantando “La Internacional” -como Pedro Sánchez en tantos mítines del PSOE- haciendo alarde de la ideología más sanguinaria de la historia, cualquier persona tiene derecho a hacer el llamado “saludo fascista”, lucir una esvástica, una bandera con el águila -recordemos que era el escudo constitucional hasta 1981-, alabar a Mussolini, a Pinochet, a Franco o incluso a los “invisibles” Stalin, Mao o Lenin (porque nadie habla de ellos o los luce). La base de la libertad está en poder expresarse libremente; luego, uno es libre de votar, escuchar o criticar, pero no de señalar y convertirlo en titular de hecatombe social… Ave Musk, morituri te salutant.

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