¿»Alto el fuego»? ¿En serio? La palabra «paz» aparece en los titulares, las cámaras se enfocan en rostros de diplomáticos sonriendo mientras todo el mundo respira aliviado. Pero, ¡espera un segundo! ¿Qué estamos celebrando exactamente? ¿Es el fin del conflicto o solo un respiro para que todos puedan reorganizarse y volver a jugar su jugada maestra en el tablero geopolítico más complicado y sangriento de la historia? Porque, seamos claros: en Gaza nada, absolutamente nada, ocurre por casualidad. Cada tregua, cada bombardeo, cada discurso tiene una intención oculta. La verdadera pregunta no es si el alto el fuego es bueno o malo, sino: ¿Quién lo ha provocado? ¿Quién lo necesita? Y, sobre todo, ¿a quién beneficia realmente?
Primero, vamos a aclarar algo: los actores principales de este conflicto, Israel y Hamas, son solo las piezas visibles en un tablero muchísimo más grande. Y ahí es donde entran en juego potencias globales como Estados Unidos, Irán, Turquía y, por supuesto, las grandes corporaciones que siempre parecen tener algo que ganar cuando la tierra se tiñe de sangre. ¿Qué ganan? Poder, influencia, acceso a recursos estratégicos y negocios. Porque cada bombardeo, cada acuerdo, cada alto el fuego, se convierte en una jugada económica. No, el alto el fuego no es una acción humanitaria. ¿Por qué? Porque la humanidad no mueve ejércitos ni firma acuerdos secretos bajo la mesa. Lo que mueve el mundo es el interés. Y aquí hay mucho en juego.
Empecemos con Israel. ¿Qué gana Israel con esta tregua? Tiempo para recomponerse, después de haber sido golpeado por los ataques sorpresivos de octubre. Netanyahu, cuyo liderazgo estaba tambaleándose, ahora se presenta como el salvador de la nación. La jugada es clara: escalada militar, reacción, tregua, imagen de fuerza. ¿Cuánto más podrá sostener esa narrativa antes de que se le caiga el castillo de naipes?
Hamas, por su parte, también sale beneficiado con esta pausa. Después de lanzar una ofensiva que sorprendió al mundo, ahora tienen el tiempo para reorganizarse, para mostrar a su gente que aún pueden resistir. Pero, no nos engañemos: Hamas no está solo. Irán está ahí, buscando posicionarse como el líder del mundo musulmán mientras afianza su papel como amenaza constante contra Israel y sus aliados. Turquía, con su plan de «resurgimiento neo-otomano», se pone el traje de mediador en este conflicto, ganando puntos no solo en la región, sino en la mente del electorado y como jugador clave en el mundo islámico.
¿Y qué pasa con Estados Unidos? La gran potencia, siempre tan preocupada por la estabilidad global, no puede perder la oportunidad de mirar de cerca, aunque más bien sus intereses tienen que ver con recuperar influencia en una región que está perdiendo rápidamente frente a potencias como China y Rusia. ¿Quién se beneficia con este alto el fuego? Pues, de nuevo, los de siempre. ¿Quiénes? Las grandes corporaciones. Desde la reconstrucción de infraestructuras hasta los contratos de seguridad, las armas, la tecnología militar, hay un negocio enorme que mueve miles de millones mientras la gente en Gaza se sigue enterrando a sus muertos, y los israelíes siguen viviendo bajo la constante amenaza de muerte. Para unos es una tragedia, para otros, una mina de oro.
Entonces, ¿Quién realmente gana con este alto el fuego? Los de siempre. Los que se sientan cómodamente en despachos blindados manejando los hilos de un conflicto donde las vidas humanas no son más que cifras en una hoja de Excel. Los que toman decisiones en la sala de juntas mientras otros siguen enterrando a los suyos.
Cada vez que alguien dice «alto el fuego», ¿nos hemos parado a pensar qué hay detrás? ¿Qué viene después de la tregua? Porque en este juego no hay descansos. Solo pausas estratégicas para preparar la siguiente jugada. Y nosotros, los que miramos desde el sofá, seguimos aplaudiendo y quedándonos con el «relato» que nos venden: unos buenos, otros malos, víctimas y verdugos.
Es hora de despertar. La paz no es más que otra pieza en este tablero de ajedrez geopolítico. Y mientras ellos mueven las piezas, nosotros seguimos creyendo en la mentira. Pero, ¿Quién se beneficia de nuestra ignorancia? Este alto el fuego, como todos los demás, es solo una estrategia más, una jugada en el tablero, un respiro para que todos los actores involucrados se reposicionen, firmen nuevos acuerdos y continúen jugando con nuestras vidas.
Es hora de cuestionarlo todo. Cada vez que alguien diga «alto el fuego», debemos preguntarnos: ¿Quién está ganando realmente? ¿Y quién está perdiendo? Porque el negocio de la guerra no va a parar si nosotros seguimos mirando sin entender el juego. Y si no despertamos ahora, dentro de poco será tarde. Nos están vendiendo la paz mientras nos mantienen dormidos. Y cuando despertemos, ya no habrá nada que hacer. . El verdadero alto el fuego no es el que firman los poderosos en los despachos; es el que tenemos que imponerle al control, a la manipulación y a la indiferencia con la que nos mantienen. Despierta ya, porque si no lo haces ahora, ya no habrá tiempo para hacerlo
Autora de Siente y vive libre y de Toda la verdad, Técnico de organización en Elecnor Servicios y Proyectos, S.A.U. Fundadora y Directora de BioNeuroSalud, Especialista en Bioneuroemoción en el Enric Corbera Institute, Hipnosis clínica Reparadora Método Scharowsky, Psicosomática-Clínica con el Dr. Salomón Sellam
Los intereses globales mueven el mundo